jueves, 3 de julio de 2008

EL MERCADO COLÓN

54 - El mercado colon  Es como el mejor hall de la Valencia comercial donde se juntan las calles de Cirilo Amorós, Jorge Juan, Conde Salvatierra y Martínez Ferrando; próximo a la de Colón y la Gran Vía, en un oasis donde el calor veraniego que se apodera de la zona, deja un espacio para el descanso a salvo de su inclemencia.

El hall de Colón disfruta bajo un esqueleto de hierro fundido formado por columnas en las que se sustentan sus ocho arcos ojivales y cuyos remaches los adornan. Se cobija en una nave central abierta a la luz que lo inunda por cualquiera de sus lados.

El Mercado Colón se inauguró en el año 1916 y su diseño salió de las manos de Francisco Mora, en el mejor de sus trabajos como arquitecto municipal de Valencia. Concebida tan bella obra desde el hierro fundido sobre piedra de cantería, con sus ladrillos de cantos cuidados con sumo mimo y con los ribeteados mosaicos que lo dibujan. No faltan los policromados motivos valencianos en los que la naranja de sus huertas muestra el esplendor de su riqueza en aquellos años de su construcción.

De estilo modernista y situado fuera del casco histórico de la ciudad, el Mercado Colón es el punto neurálgico y uno de los más bellos del Ensanche, iniciado una vez derribadas sus murallas por decisión expresa de Cirilo Amorós, en cuyo recuerdo lleva su nombre una de las calles que lo limita.

Cercado por una verja de fundición sobre muro de cantería, su conjunto destaca por su elegancia en el porte, por su buen gusto en sus cuidados y por el orgullo de ofrecerlo a quienes nos visitan como una de las mejores joyas de nuestra ciudad.

Restaurado hace unos pocos años desde la exquisitez, es un lugar tranquilo en el que los puestos de flores nos hablan de la ciudad a la que pertenece. Lugar de encuentro y relajo, una agenda musical cubre todos los meses del año en los que acuden las diferentes sociedades y agrupaciones musicales de Valencia que nos regalen el fruto de su música, de cuyo árbol, sus ramas, se esparcen a lo largo de nuestra Comunidad.

En el mercado rivalizan sus dos fachadas, y mientras que en la de Jorge Juan, el canto a Valencia se esparce por sus piedras, en la que recae a Conde de Salvatierra, su magnífico tímpano de cristal y sus pequeñas marquesinas que la complementan, dejan los más bellos trazos que imaginara su autor.

Antiguo mercado de frutas y verduras, carnes y pescados, salazones y vinos, en su planta baja queda el testimonio de lo que fue con unos pocos puestos de venta, junto a los más modernos de música, de libros y de un buen comer, a los que se acceden a través de las escaleras mecánicas vestidas de agradable vegetación frente al frescor de una cortina de agua de permanente murmullo.

No lo dude, y en esas mañanas plomizas, las del fuerte poniente que nos derrota, en su caminar por sus alrededores por cualquier gestión puntual, acudan a sus confortables sillones de las diferentes cafeterías y disfruten de un buen estar, allí donde el sol impecable se ve vencido por el talento de su arquitectura, donde el recurso a los climatizadores se hace innecesario.

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