miércoles, 3 de septiembre de 2008

LA TIENDA DE LAS OLLAS DE HIERRO

  43 - La tiendas de las ollas No resulta tan sencillo encontrarse de frente ante el corazón de la ciudad cuando él está escondido entre una maraña de celdas conectadas entre sí, muchas de ellas vitales. A la necesidad de su hallazgo se une la dificultad de su encuentro, víctima ésta de la duda que aunque pueda darnos alguna pista siempre sujeta al albur de los gustos, lo más probable siempre tendrá la dificultad propia del color variopinto de nuestras retinas, indecisas en la elección de que sea un lugar u otro el mejor de los elegidos. Hallar el sitio correcto donde encajar los latidos de la ciudad y que sea merecedor en erigirse como el lugar indiscutido y llamado a procurar el impulso necesario que dé vida a nuestro hábitat, es harto difícil.

Así pues, nada de sencillo tiene encontrar la fuente que alimente el ritmo urbano de nuestras calles, en cuyas retículas se entremezclan lo antiguo con lo moderno, ambos lustrosos, como viene sucediendo en los últimos años en los que la ciudad, merced a los eventos que en ella se han ido dando cobijo, luce su mejor cara ofrecida a quienes nos visitan guiados al amparo de cualquier agencia de viajes, cual rosa de los vientos, desde cuyos puntos más alejados, el turismo, ha fijado su mirada en nuestra ciudad.

Sin embargo, la amenaza de los años cumple con su misión destructora y pone en peligro lugares entrañables, amenazados por la carcoma hambrienta, en cuyas paredes han ido dejando heridas abiertas fruto del paso de los años. Lugares que se han ido debilitando y que han obligado a la intervención municipal ordenando su desalojo, como es el caso de la Tienda de las Ollas de Hierro, la entrañable tienda para tantos valencianos, sita en un edificio de balcones de hierro forjado cual hojas de almanaque, vestigios de tiempos pasados obligados a salvaguardar.

El comercio más antiguo de la ciudad está situado junto a la Plaza Redonda, el centro geográfico del casco antiguo de Valencia. Por el peligro de su derrumbe ha llegado a sentir en sus carnes el fin de sus días, evitado por el tesón de sus dueños y gracias a una rápida y eficaz restauración de sus destartaladas paredes. Con lo que se ha logrado que la Tienda de Las Ollas abra de nuevo sus puertas ofreciendo sus productos a una clientela que ha permanecido fiel desde el primero de sus días, hace de ello más de dos siglos.

Comercio de lentejuelas, de hilos de oro, de plata para bordados, de cintas para congregaciones, de imágenes y de objetos de religión, nada tiene que ver con su actual y antiguo nombre, el que le da ingenio y gracia. De cuando en el mismo edificio existía un almacén de ollas de hierro, mediados el siglo XIX, más de cincuenta años después de que iniciara su actividad tan especial mercería, la más antigua y por cuyos desgastados y ahora lúcidos mostradores han pasado sus manos más de diez generaciones.

No es el corazón de Valencia, pero sí llega a ocupar una parte del nuestro, tan peculiar museo comercial.

Tras cruzar su umbral en nuestra visita, llama la atención el sin par mobiliario que lo tapiza; con sus paredes repletas de artículos para primera comunión, de paquetería y perfumería, así como de pañuelos, delantales, aderezos para traje de valenciana, sin faltar los moños para su peinado. Destacando también una pequeña capilla con la imagen de San Vicente Ferrer utilizada en ocasiones en devoto peregrinaje.

Próxima la fiesta de la Navidad, las figuritas de belén harán acto de presencia dando al lugar un halo sacrosanto, cual vieja reliquia decimonónica, eficaz y afortunadamente salvada de la piqueta.

No, no es el corazón de Valencia, pero sus latidos están muy cerca, revitalizando la ciudad.

1 comentario:

Masclet dijo...

Enfront d'a on vivia la meua yaya, en el carrer de la Corona, hi havia una alfareria. Ya exisistia quan ella es mudà a eixa casa, sent molt jove (anys 1920), i yo encara la vaig vore oberta, passejant per allí fa uns dèu o quinze anys.

Crec que unes discusions per herències varen fer que es tancara el comerç, perque un atre familiar en més drets que el que portava el negoci, el volia usar com a cochera...

És una llàstima que el nostre ajuntament no valore estos comerços centenaris, que no els pose en valor i que no intervinga quan algun està en perill de desaparéixer.

Enhorabona pel teu blog, és de lo milloret, i bona falta fa en estos temps que hi ha tants valencians que desconeixen la seua història més propenca. Avant en la faena.