jueves, 31 de julio de 2014

EL VESTÍBULO DE LA ESTACION DEL NORTE

Estacion Norte
El viajero que llega a la ciudad del Turia por la Estación del Norte, sita en la calle de Játiva, quien ha dejado atrás en su viaje los campos de naranjos de los que desde su ventanilla apenas ha podido gozar de los dorados frutos, tanto en cuanto que con la misma velocidad que los adivinaba desaparecían de sus ojos, quizás ignore que cuando pie a tierra camine por el andén modernista hacia la salida, muy pronto y a escasos pasos, los va a tener a su alcance, pero en esta ocasión remarcados en las pilastras de un frontal en el que prima el verde y el naranja de la huerta, donde desde su torre central y en su parte baja, dos mujeres vestidas de valencianas, incrustadas en artesanal “trencadís” le darán la bienvenida por su llegada al “cap i casal” del Reino, ya en el centro de la ciudad con el coso taurino a su izquierda en el muy emblemático conjunto que tanto se muestra en la postal viajera.

Pero antes, tendrá ocasión de disfrutar de un “bello rincón”: el coqueto y pródigo en arte, vestíbulo ferroviario que con alto zócalo de madera, con su cenefa de cerámica en flores que sirve para ofrecer en muy diferentes idiomas el “buen viaje” al viajero, y en sintonía ornamental con las taquillas en las que la madera, el cristal  y la cerámica  incrustada por doquier, armoniza con el típico techo valenciano con vigas de madera propio de la casas de campo, soportado por dos columnas a juego en las que se ciñen en su fuste unos plafones que darán luz y brillo al abundante y reluciente “trencadís” que viste las paredes de tan acicalado rincón.

Y en un lateral, lo que fue antiguo restaurante que en la actualidad luce como sala de exposiciones, y que con gran deleite para el visitante, destaca por su bellísima y resplandeciente cerámica como genuina muestra de la riqueza de la huerta, en la que se entremezclan la mujer valenciana con la torre catedralicia del Miguelete y el lago de la Albufera, en armónica representación que no es otra más que la ancestral Valencia huertana ornamentada con guirnaldas de cerámica, plafones de su industria artesanal, más la nostálgica barraca con el pato de sus aguas junto a las palmeras, siempre en puro simbolismo valenciano donde la luz, el agua y las flores nos indican dónde estamos y a dónde hemos llegado: a la ciudad en flores, con su color y con sus frutales.
El vestíbulo ferroviario es un fascinante rincón creado en 1917 con la inauguración de la Estación del Norte –en cuyo año tuvo lugar la exposición de la primera Feria Muestrario Internacional de la ciudad- construida de acuerdo con las directrices de Demetrio Ribes en una de las recreaciones más importante del estilo modernista que venía imperando con el cambio de siglo, con un derroche sin igual de belleza, donde el cristal, el hierro y las marquesinas, dejan la impronta de la mano del arquitecto valenciano, quien prestaba sus servicios contratado por la propia Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España desde comienzos del siglo –autor igualmente de los diseños para la construcción de otras estaciones ferroviarias de la geografía española- cuyo representativa estrella de cinco puntas se remarca en la fachada con el águila viajera en lo alto oteando la ciudad.

Viajero o no, la ocasión para el deleite sentado en los circulares bancos ceñidos a sus dos citadas columnas del vestíbulo de la estación, como auténtico recibidor de quienes desde lo lejano o de la cercanía visitan la ciudad, es innegociable, y bien vale la pena acudir a su encuentro, henchido por la satisfacción de saber que semejante “rincón” es el más fascinante umbral a una ciudad que recoge con cariño a quienes lo cruzan.